domingo, 29 de noviembre de 2009

Mi guerra

Fui con buena disposición pero sin expectativas a este retiro abierto, y Dios cambió mi vida. En determinado momento estábamos orando (éramos más de 400 personas) y yo me sentía un poco incómoda porque me sofocaba y no me gusta orar parada porque me distraigo, pero como todos estaban de pie... En fin. Quería salir de ahí pero tenía que abrirme paso entre la gente. Mucha cosa. Así que traté de concentrarme en mi Señor, no en la primera sonsera que cruzaba por mi mente. En eso siento que alguien me agarra la cabeza fuerte con una mano y pone la otra en mi espalda. Y siento una brisa de aire intensa. Supuse que Luis Enrique me estaba abanicando así que abrí los ojos y él me miró. Todo "normal" entonces. Al rato, sentí que alguien ponía una mano en mi espalda, pero al mirar de reojo no podía ser nadie porque entre la señora de atrás y yo había una silla (y la señora estaba en su éxtasis particular). Algo me decía que le pregunte a Luis Enrique si me tocó durante la oración. Y me dijo que no.
Yo había oído que el Señor a veces te toca y lo sientes de manera tan real que piensas que es una persona... ¡Nunca me había pasado tanto así!
En este retiro aprendí que mi propia libertad debo entregársela a mi Dios, porque Él hace buenas todas las cosas. Aprendí que no debo tener secretos con mi comunidad, porque el diablo ataca cuando sabe que tienes algo guardado. Aprendí que el Señor permite que me pasen ciertas cosas para prepararme y vencer con Él. Aprendí que no me va a solucionar mis problemas sino que me dirá cómo solucionarlos según su voluntad, el resto depende de mí. Aprendí que debo confiar en Él y alabarle por las cosas que aún no ha hecho en mi vida pero las tiene pensadas ya. Aprendí que el diablo no lee mis pensamientos pero huele mi miedo. Y aprendí que si no busco seguir el plan de Dios en mi vida y me quedo pensando en mis planes, no llegaré a ser feliz.
Por tanto, mi fin de semana se resume en la siguiente frase: "Que yo no quiera nada si tú no lo quieres, Señor." Hoy 29 de noviembre del 2009 empieza mi guerra espiritual. Y estoy lista.

Es por eso que le agradezco a Dios con todo mi corazón.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Mi libertad I

La semana pasada ha sido curiosa para mí. El lunes me llegó un mail de la responsable del grupo de oración, para que yo avise que el sábado iríamos los rebaños de adolescentes y jóvenes al Santísimo de la RCC (Renovación Carismática Católica) a orar en la tarde, en lugar de realizar nuestra reunión de los sábados. No me gustó la idea pues este mes de Noviembre nos hemos reunido una sola vez por diversos percances. Y lo sentí una imposición, no una oportunidad. La poca anticipación me molesta, pues no lo pude consultar con los chicos para saber qué querían hacer. En fin. Avisé no más para que cada uno tome su decisión.
Yo le pregunté a Dios qué quería que hiciera, y por qué yo estaba reaccionando de esta manera. No logré discernir bien cuál era su respuesta al respecto. Toda la semana estuve pensando en las cosas que hago aunque no quiera (cosas a veces tan insignificantes como dar o no dar dinero a los vigilantes vehiculares no autorizados). A veces tengo problemas para decir que NO. Pero ya no quiero hacer nada que tenga que hacer sin querer hacerlo por voluntad propia. Al final, yo opté por no ir el sábado (bueno, en realidad llegué a la salida). Fui con uno de los chicos del rebaño que también "se rebeló". Él y yo conversamos asuntos íntimos sobre decisiones importantes que hay que tomar en la vida. Y siento que Dios me usó igual en ese momento porque pude compartir con mi hermano como no lo había hecho antes. Mi semana terminó con la respectiva confesión. Y me siento mucho mejor, lista para seguir a mi Jesús y amarlo por múltiples razones como su maravillosa misericordia y el respeto hacia mi propia libertad. Él nunca me obliga, me enamora.

Es por eso que le agradezco a Dios con todo mi corazón.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Ángel

Hoy te doy gracias por la vida de mi abuelo Angelito, a quien enterramos ayer. El último que me quedaba, de quien fui su única nieta. Te doy gracias por su forma de ser, por su lucha, por sus momentos de oración, por su amor hacia su familia y hacia ti.
Te pido que este gozando de tu presencia, pues este tema del cielo-purgatorio-infierno me ha estado dando vueltas en la cabeza. Te prometo orar por él y por mis otros abuelos, para que puedan ver tu rostro glorioso.
Y es que no han muerto. Fueron hacia ti (su verdadero dueño) antes que nosotros. Qué envidia. Algún día, si tú quieres, los volveremos a encontrar. Que así sea.

Es por eso que le agradezco a Dios con todo mi corazón.