viernes, 30 de julio de 2010

Graduación

Recién esta semana acabó el capítulo final de mi novela universitaria.
El 3 de junio (sí, junio) tuvimos la primera reunión de coordinación para lo que sería la ceremonia de Graduación de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación. En ella se dijo qua la toma de fotos sería el mismo gran día y que los turnos se reservan por el orden de llegada de los correos (que serían enviados a un delegado que elegimos en ese momento). Yo ese mismo día mandé mi correo pidiendo el turno lo más tarde posible por motivos de chamba, y resulta que cuando hicieron el rol... ¡Yo no estaba!
Sucedió que no se valían correos desde el 3 de junio, sino que semanas después la coordinadora del magno evento mandó un correo diciendo "Ya pueden enviarle a Gustavo sus turnos..." (cosa que yo ya había hecho entonces no mandé de nuevo). Y me quedé sin turno. Luego de mails y mails, hablaron con el fotógrafo quien dijo que me meta en cualquier hueco entre turnos y que normalazo.
Ok. Bacán. Llegó el gran día y en la chamba la sufrí. Luego salí corriendo de ese martirio, y Jessica (quien me iba a maquillar) llegó tardazo por el tráfico. Todo se hizo a la volada y un taxi me quería cobrar como 10 soles entre Magdalena y la PUCP (¡no son ni 20 cuadras!). Pero en fin, llegué bien, me tomé la bendita foto y empezó la ceremonia. 167 pastrulines esperando algo de reconocimiento de la PUCP y de nuestras familias, por el esfuerzo realizado. Se pasó todo rapidísimo.
Hice una recepción en mi casa luego, de la que yo me encargué. Y todo salió bien, sólo que no llegué a bailar El General ni Natusha, como yo quería.
La toga y el birrete eran alquilados, hasta dormí con ellos. Pagué 50 soles por el alquiler mismo y cuando la recogí dejé 50 soles más en garantía (que serían devueltos al regresar la toga en buen estado). Mi papá devolvió mi toga por mí y no le dieron la plata. Otro chongo.
Fui yo misma al día siguiente hasta la PUCP y el chico no me supo dar razón, pero finalmente fue mi papá y le reconocieron la cara de sano (bueno, eso es relativo) y le devolvieron la plata. Yeee.
Y el lunes de esta semana recibí las ansiadas fotos. La verdad no me gustaron mucho tratándose de fotos profesionales, pero con todo lo que he sufrido, ya ni reclamar.
Graduarme se me ha hecho igual de difícil que estudiar los últimos 6 años en la PUCP. Pero al fin puedo decir: "¡Misión cumplida! ¿Y ahora qué?"
Sólo Dios sabe, porque yo no tengo ni idea.

Es por eso que le agradezco a Dios con todo mi corazón.