jueves, 22 de octubre de 2009

Del odio al amor

Suelo tener un mismo obstáculo para llegar a tener coherencia de vida: relacionarme con mi mamá. No puedo salir con ella sin terminar molestándome. Pero ayer me pasó algo particular. Estaba en Wong con ella y habíamos comprado algunas cosas. Cuando llegamos a la caja, me pidió que buscara Macaroni&Cheese porque estaba de oferta con puntos Bonus. Fui volando y me dice "¡También trae chicha!". En fin, habían un montón de marcas del fideito famoso, así que escogí cualquiera y regresé corriendo con las botellas de chicha también. Había un señor detrás de mi mamá en la cola, a quien le pedí permiso para pasar. Justo mi mamá mira a la cajera y dice: "Ya cerraste, ¿no? Ya cerró ya". Y yo giré para devolver las cosas. El señor me dice que compre no más pero le dije que ya no importaba. Al pasar por su lado, suspiré y me dije a mí misma en voz baja: "la odio". Regresé las cosas a su sitio y volví a la caja. Atolondrada, le dije al señor: "Permiso, permiso, no me odie" a lo que el señor me respondió "Yo no odio a nadie" con una voz tan pacífica. Lo amé. El odio se me pasó y me quedé impresionada, choteada, avergonzada, intimidada, callada. Aprendí que siempre se puede ser más paciente, más tolerante, más maduro y más santo. ¡Yo quiero!

Es por eso que le agradezco a Dios con todo mi corazón.

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