
Yo le pregunté a Dios qué quería que hiciera, y por qué yo estaba reaccionando de esta manera. No logré discernir bien cuál era su respuesta al respecto. Toda la semana estuve pensando en las cosas que hago aunque no quiera (cosas a veces tan insignificantes como dar o no dar dinero a los vigilantes vehiculares no autorizados). A veces tengo problemas para decir que NO. Pero ya no quiero hacer nada que tenga que hacer sin querer hacerlo por voluntad propia. Al final, yo opté por no ir el sábado (bueno, en realidad llegué a la salida). Fui con uno de los chicos del rebaño que también "se rebeló". Él y yo conversamos asuntos íntimos sobre decisiones importantes que hay que tomar en la vida. Y siento que Dios me usó igual en ese momento porque pude compartir con mi hermano como no lo había hecho antes. Mi semana terminó con la respectiva confesión. Y me siento mucho mejor, lista para seguir a mi Jesús y amarlo por múltiples razones como su maravillosa misericordia y el respeto hacia mi propia libertad. Él nunca me obliga, me enamora.
Es por eso que le agradezco a Dios con todo mi corazón.
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